El Siglo XX arranca en Ciudad Bolívar cuando el Estado, y
Venezuela en su totalidad, están bajo la Dictadura de Cipriano Castro, quien ha
llegado al Poder el 21 de octubre de 1900 en alas de la llamada Revolución
Restauradora. Ya ha muerto, el año
anterior, Antonio Guzmán Blanco. El
fallo del tribunal de París ha determinado la pérdida para Venezuela de la
Guayana Esequiba y la población Venezolana apenas ascendía a 2.325.000
habitantes, de los cuales casi 13 mil estaban
en Ciudad Bolívar. La deuda venezolana
ascendía a 189 millones de bolívares y los capitalistas caraqueños van a la
Cárcel por negarse a hacerle un empréstito al gobierno, pero no obstante,
Ciudad Bolívar celebra con orgullo que uno de sus hijos, Hilario Machado Guerra,
había podido dar un concierto de piano en el Instituto Nacional de Bellas Artes
de Caracas.
El hijo de su homónimo Hilario Machado y Amelia Guerra empezó a tocar el
piano a la edad de catorce. Su primer profesor de piano fue el maestro José Mármol
y Muñoz. Hizo estudios superiores de piano en el Conservatorio de Frankfurt,
Alemania (1886-1891). Presentó su primer concierto en el Teatro Municipal de
Caracas antes de presentarse en el Instituto Nacional de Bellas Artes de
Caracas y más tarde sus paisanos lo verán como Jurado del concurso que escogió la música para
el himno del estado Bolívar.
En 1900 era
importante lo colonia alemana proveniente de Hamburgo en Ciudad Bolívar
y el doctor JBT Siegert había dejado aquí varios parientes, entre ellos, a
Guillermo Eugenio Monch que ofrecía el “Amargo de Ciudad Bolívar” a falta del
tradicional “Amargo de Angostura” que
los hijos herederos del médico se llevaron a la vecina isla de Trinidad. El “Amargo de Ciudad Bolívar” elaborado con
una fórmula parecida pero no igual. Lo ofrecía Guillermo Eugenio como “gran
específico para fortalecer los órganos de la digestión, preparado sólo con
vegetales principalmente indígenas”
Lo vendían las
Boticas, la Alemana, la Vargas y El Águila que existían para el
momento. La Vargas despachaba en el inmueble
de esquina ubicado entre las calles Venezuela y Dalla Costa y que en la
actualidad pertenece a Romeo Aziz. Por
cierto, que al lado de la Botica Alemana se había mudado ese año la Platería de
Hans von Büren que trabajaba con materia prima procedente de la compañía Minera
Colombia que explotaba las minas auríferas de El Callao y también con productos
importados de la Casa Pajot de Paris, como brazaletes, alfileres para corbatas,
prendedores, porta abanicos, sortijas, collares para medallas y zarcillos.
Nicolás Rolando Monteverde era el Jefe Civil y
Militar del Estado designado ejecutivamente por Cipriano Castro, recién llegado
al Poder luego de una incursión
militar desde los Andes
acompañado de su compadre Juan Vicente
Gómez y enarbolando la consigna de restauración del liberalismo.
Los habitantes de la Capital no llegaba a los
13 mil habitantes, pero su gente muy
laboriosa se enorgullecía de tener el puerto fluvial más importante del
país. Un movimiento mercantil de
importación y exportación donde tenían los alemanes papel preponderante animados
desde un Club convertido ese año en Cámara de Comercio presido por uno de
ellos, L. Brockman. Primer y segundo
vicepresidentes, Merino Palazzi y Roberto Handerson. Tesorero, José Frantuck. Vocal, José Afanador y secretario Ignacio
Machado Muñoz
La gran fiesta del año para los bolivarenses
era el Carnaval que ese año estuvo muy lucido gracias al trabajo de la Junta
Organizadora presidida por Pedro Liccioni e integrada por Luis Felipe lloverá
Solano, Santos Palazzi, M. Paschen,
Alejando Agostini, Mariano Figarella, Manuel Plaza, Salomón Khazen, el Jefe
civil y militar deñl distrito Heres,
Luis Guevara y secretario Rafael Marcano Natera.
A las fiestas se unió la Universidad de Guayana y el
Obispo de la Diócesis, Antonio María Durand hizo un llamado para que las
fiestas no fueran desbordadas y transcurrirán dentro de un ambiente de
irreprochable alegría.
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